Imagínese que yo un día voy a su casa. Entro sin tocar el timbre, me siento en su sillón favorito, como su comida, uso su baño, duermo en su cama y cojo con su esposa. Luego, ud. acude a mi casa, y me pide comida porque al parecer alguien la ha consumido mientras ud. no se encontraba en su hogar. Ud., con todo derecho, me pregunta qué lo obliga a hacer tal cosa: su comida se la ha ganado con su trabajo.

Ahora, imagínese que yo soy Francia, Estados Unidos, Inglaterra, España, y ud. es el tercer mundo.*



*: al parecer, hay que recurrir a estos ejemplos baladíes pequeño-burgueses para que se entiendan las cosas: sólo la idea de propiedad privada mueve algo en esta sociedad.

Continuación del Lexicon

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