jueves, abril 20, 2006

Original, del latín originalis. Según el diccionario de la real academia española (y sí, sé olvidé que va con mayúsculas), existen nueve acepciones para esta palabra. Se podría resumir el campo semántico en tres ejes más o menos adecuados: lo pertenciente o relativo al origen; lo que ha servido como modelo para hacer otros iguales a él; lo que tiene en sí o en su comportamiento carácter de novedad.

El otro día pensaba en el colectivo sobre esta palabra que llama particularmente mi atención (y no en forma de representación obsesiva: no atraviesa el umbral de lo patológico). Vamos a (intentar) aclarar lo que significa original para mí. Lo original es lo primero, lo uno, lo escencial y (ya retorciendo un poco más), la verdad. Sin embargo, culpen a Nietzsche o Foucault, pero original también me evoca "mentira", nihil. A esta obvia contradicción se le suma además otra más: lo original, siendo lo primero, y por lo tanto, lo común a todo y que siempre estuvo, significa también lo novedoso, lo que antes no estaba y ahora sí.

Doble oposición: verdad y mentira ; lo siempre habido y lo espotáneamente devenido. Todo esta sofística ¿qué demuestra?¿la opacidad del lenguaje?¿el carácter contradictorio del ser humano, del lenguaje, del pensamiento?¿que mi lógica es pésima?

No lo sé, pero ante la disyuntiva prefiero sublimar.